Por Elena Delgado. Directora creativa independiente.

Pero recordé mi primer día de colegio, cuando cargué con esa mochila llena de libros que pesaba un quintal y fui decidida, sin mirar atrás, por el pasillo en busca de la clase de 1ºA. Así que, para deshacerme de esos miedos, asumí mi inexperiencia en el tema y me puse a estudiar algunas herramientas. Lo que encontré no fue el monstruo, sino un compañero inesperado de pupitre.

Aprendí que, gracias a la IA, los creativos podemos dedicar más tiempo a lo que realmente amamos: pensar. Y menos a tareas mecánicas y tediosas.

Mirando otras profesiones como la de mi hermana, profesora de bachillerato, observé que ahora puede crear presentaciones en un abrir y cerrar de ojos, lo que le permite dedicar más tiempo y atención a los alumnos que necesitan refuerzo extraescolar.

O los entrenadores de mascotas, que entienden mejor el comportamiento de los animales, o hasta los bomberos, que predicen patrones de propagación de incendios y salvan vidas gracia a ello. ¿No nos hace todo esto mejores?

En resumen, la IA no ha llegado para bajarnos del escenario, sino para ser nuestro compañero de banda, dándonos tiempo para enfocarnos en lo que solo nosotros podemos hacer: pensar con corazón. Y cuando pensamos con corazón, hacemos mejores campañas.

No tengo duda: la IA ha venido para hacernos más humanos.