
- 29 de abril de 2025
Desinformación sanitaria: ¿pueden las farmacéuticas influir realmente?
La
desinformación en la atención sanitaria tiene consecuencias en el mundo real.
Desde las dudas sobre las vacunas hasta la promoción de tratamientos no
probados, las falsas narrativas sanitarias pueden erosionar la confianza, poner
vidas en peligro y socavar el progreso médico.
Para quienes
trabajan en la comunicación farmacéutica, el reto está claro: cuando la
confianza del público en la industria farmacéutica es desigual, ¿cómo podemos
influir?
La
magnitud del problema
La
desinformación en la atención sanitaria se propaga rápidamente, impulsada por
varios factores:
- El
panorama digital:
las plataformas de medios sociales y la IA han acelerado la propagación de la
desinformación mucho más allá del alcance de los medios de comunicación
tradicionales.
- Un
déficit de confianza:
muchas personas se alejan de las instituciones, incluidas las empresas
farmacéuticas, y también de los sistemas sanitarios y los gobiernos, en favor
de fuentes alternativas de información sanitaria.
- Atractivo
emocional: la
desinformación a menudo se propaga porque recurre al miedo, la esperanza o el
escepticismo, lo que la hace más atractiva que el contenido objetivo.
- Conocimientos
sanitarios: un
informe de 2023 de Public Health England demostró que el 42% de los adultos en
edad laboral tienen dificultades para comprender la información sanitaria
cotidiana; si se tienen en cuenta los conocimientos de aritmética, esta cifra
aumenta al 61%. La desinformación es más fácil de entender para muchas
personas.
Las
investigaciones demuestran que la desinformación incide negativamente en las
desigualdades sanitarias que sufren algunas comunidades ya de por sí
vulnerables. Cuando las empresas farmacéuticas se comprometen a abordar las
desigualdades sanitarias, no se puede ignorar el papel de la desinformación.
Por qué
los comunicadores sanitarios desempeñan un papel fundamental
La lucha
contra la desinformación no consiste únicamente en corregir las falsedades,
sino en generar confianza de forma proactiva y garantizar que la información
correcta sea accesible, atractiva y comprensible. El reto para quienes trabajan
en el sector farmacéutico es que muchas personas no confían instintivamente en
las empresas farmacéuticas como fuente de información sanitaria. No podemos
exponer hechos y esperar que se entiendan y se crean. Eso no significa que la
industria farmacéutica deba dar un paso atrás. Tenemos la información, la
experiencia y los recursos para marcar la diferencia, así que debemos
replantearnos cómo y dónde comunicamos.
He aquí
cómo podemos contribuir a la batalla contra la desinformación
La base de
todos los aspectos de la comunicación es generar confianza a través de la
transparencia. Esto implica reconocer las incertidumbres cuando existan, ser
claros sobre las limitaciones, los riesgos y los beneficios, y colaborar con
los profesionales sanitarios, los científicos y los defensores de los
pacientes, que son voces de confianza en los debates sobre salud. Lo que
diferencia a los comunicadores de otras disciplinas del marketing es el
establecimiento de relaciones, más que la difusión de mensajes.
Invertir
tiempo en desarrollar materiales que obtengan acreditación por estar basados en
pruebas y ser accesibles contribuye a la credibilidad.
Por ejemplo,
AstraZeneca en el Reino Unido ha adoptado estos principios. Emily Burns,
responsable de la defensa del paciente, explica: "Una de cada seis
personas en el Reino Unido tiene un nivel de alfabetización muy bajo, mientras
que la mitad de la población británica tiene un nivel de aritmética igual o
inferior al de la escuela primaria. En el Reino Unido hay un millón de personas
que no saben leer una carta del médico de cabecera o de un servicio
hospitalario". Estas estadísticas ponen de manifiesto los problemas generalizados de los bajos conocimientos
sanitarios. No hay que subestimar el impacto de la alfabetización sanitaria en
los resultados sanitarios a largo plazo, la experiencia del paciente y la
equidad sanitaria.
Muchas
personas quedan excluidas de la información sanitaria fundamental debido a
factores como el acceso digital, la edad, la situación socioeconómica y las
barreras lingüísticas. Nuestro objetivo es garantizar que todo el mundo pueda
acceder fácilmente a información sanitaria adecuada y adaptada a sus
necesidades. Esto implica evaluar la legibilidad, solicitar la opinión de las
personas que utilizarán la información, eliminar la jerga médica y elaborar
planes de difusión para llegar a quienes lo necesitan. En otras palabras, lleva
tiempo. Pero creemos que ese tiempo está bien empleado.
Existe una
oportunidad real de mejora en el tipo de contenidos que ofrece la industria
farmacéutica. La información accesible, que aplica los principios del lenguaje
sencillo, todavía no es la norma. Pedir a las personas que padecen una
enfermedad que contribuyan a la elaboración de este tipo de material
proporciona una perspectiva que no está a nuestro alcance desde la comodidad de
nuestra visión homogénea del mundo.
También
debemos conocer a fondo la desinformación que se difunde: es fundamental saber
dónde buscan la información nuestras partes interesadas. El seguimiento
proactivo de las tendencias de desinformación en las plataformas digitales y la
identificación de lo que nuestro público está viendo y en qué canales (en línea
y fuera de línea) nos permite crear un plan para involucrarnos donde están
buscando.
La
respuesta es sí, las farmacéuticas pueden influir
Podemos y
debemos utilizar nuestros conocimientos y recursos para combatir la
desinformación. La desinformación no va a desaparecer, pero nuestra capacidad
para contrarrestarla de forma eficaz influirá en el éxito del sector en su
misión de influir positivamente en la desigualdad sanitaria.