
- 09 de julio de 2025
La sepsis y el impacto de la resistencia a los antibióticos
La sepsis
sigue siendo un problema de salud crítico a nivel mundial, con 48,9 millones de
casos al año, lo que contribuye a una morbilidad y mortalidad significativas. A
pesar de ser una enfermedad prevenible y tratable, en parte gracias a los
avances terapéuticos, la sepsis se cobra la vida de 11 millones de personas
cada año (el 20 % de todas las muertes a nivel mundial), lo que la convierte en
una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo.
Casi la
mitad (20 millones) de todos los casos se dan en niños menores de cinco años.
Las tasas de incidencia más altas se observan en los países de ingresos bajos y
medios (PIBM). La sepsis aumenta la mortalidad hospitalaria y la discapacidad
incidente; los pacientes que sobreviven a la hospitalización desarrollan un
mayor riesgo de sufrir resultados negativos para la salud, como nueva
morbilidad, deterioro, reingreso hospitalario y muerte. El informe del Sistema
Mundial de Vigilancia de Antimicrobianos de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) subraya el grave impacto mundial de la resistencia a los antimicrobianos
(RAM), que agrava la considerable carga que la sepsis supone para los
pacientes, la comunidad sanitaria y los sistemas de salud.
A nivel
mundial, 4,95 millones y 1,27 millones de muertes están asociadas o atribuidas
a la RAM, respectivamente. Las proyecciones estiman que habrá diez millones de
muertes para 2050, con un coste sanitario que agravará la carga: un informe del
Reino Unido calculó un impacto económico mundial de 100 billones de dólares,
debido en particular a la RAM. Estos factores centran nuestra atención en las
estrategias modernas de gestión de la sepsis, como el diagnóstico y la
intervención rápidos y tempranos, para obtener mejores resultados sanitarios y
beneficiar a la comunidad médica, los sistemas sanitarios y los gobiernos.
Impulso
para el reconocimiento y el tratamiento tempranos
Dada su
frecuencia, alta morbilidad y mortalidad, el tratamiento oportuno de la sepsis
en el punto de atención (POC) es una prioridad de salud pública reconocida a
nivel mundial, cuya urgente necesidad se subraya en la resolución de la
Asamblea Mundial de la Salud (2017) para mejorar la prevención, el diagnóstico,
la rehabilitación y el tratamiento de la sepsis. Las disparidades regionales
agravan la carga; la sepsis es común en los países de ingresos altos (PIA): 1,7
millones y 48,000 muertes al año, respectivamente, en Estados Unidos y el Reino
Unido. Los PIMB se enfrentan a una carga más pesada debido al acceso limitado a
los servicios de salud, la escasez de profesionales sanitarios cualificados y
la insuficiencia de los servicios de diagnóstico y laboratorio. Para mitigar la
carga, especialmente en entornos con pocos recursos, es necesario adoptar
instrumentos de diagnóstico fáciles de usar y de bajo coste, junto con la
formación de los profesionales, a fin de mejorar el tratamiento de la sepsis.
Las herramientas de apoyo a la toma de decisiones clínicas, incluidos los
diagnósticos basados en biomarcadores como la proteína C reactiva (PCR) y la
procalcitonina (PCT), ampliamente utilizados en los HIC, también son
potencialmente eficaces en las poblaciones de los LMIC para evitar el uso
excesivo de antibióticos y mejorar los resultados de los pacientes.
Retos en
el tratamiento en el punto de atención
Persisten
importantes retos en el tratamiento de la sepsis en entornos de punto de
atención en diversos sistemas sanitarios y entornos de recursos. La
presentación tardía y el diagnóstico retrasado o erróneo, que se producen en
los países de ingresos altos y son más pronunciados en los países de ingresos
bajos y medios, dan lugar a resultados sanitarios negativos. Los síntomas
clínicos de la sepsis suelen presentarse como otras afecciones. No existe una
prueba diagnóstica definitiva, lo que puede dar lugar a una clasificación y un
reconocimiento variables. Además, la diversidad de las poblaciones de pacientes
con diferentes condiciones de salud y respuestas inmunitarias, y la prevalencia
de las infecciones asociadas a la atención sanitaria (HAI) son factores
importantes en el fracaso del tratamiento y la rápida progresión a la sepsis y
el shock séptico.
Las
iniciativas internacionales de colaboración, se han centrado en directrices y
prácticas basadas en la evidencia para abordar las altas tasas de mortalidad
por sepsis derivadas de los persistentes retrasos en el reconocimiento, el
diagnóstico y el tratamiento. Reconocer la sepsis en una fase temprana de la
enfermedad, cuando se manifiestan los primeros síntomas clínicos (taquicardia,
fiebre, recuento anormal de glóbulos blancos en respuesta a la infección), es
esencial para aplicar un tratamiento oportuno que detenga la cascada de
disfunciones y fallos multiorgánicos. Esta estrecha ventana de oportunidad
también plantea retos. Los retrasos en el tratamiento empeoran drásticamente
los resultados; un análisis muestra que los pacientes ingresados en unidades de
cuidados intensivos (UCI) con sepsis grave tienen un riesgo de muerte del 39,8
%, y cada hora de retraso en la administración de antibióticos contribuye a un
aumento de hasta el 9 % en la mortalidad.